Vivimos tiempos convulsos en cuanto a feminismo se refiere. Cada día son más visibles las reivindicaciones que hacemos las mujeres de todo el mundo, pero ese mundo, tiene muchas partes. La situación de la que aquí escribe: mujer, blanca, europea, 40 años, heterosexual y con formación universitaria, nunca será la misma a la de una mujer de un país en vías de desarrollo. Ni tan siquiera a la de cualquier mujer de mi propio país con otras circunstancias.
Nuestras particularidades hacen también que entre nosotras nos veamos con cierta condescendencia. Y ese enfoque, que se tiene por ejemplo hacia las mujeres del mundo árabe en gran medida por nuestro desconocimiento cultural, nos hace ver a nuestras compañeras de lucha bajo una mirada incluso maternalista.
Muchas artistas y, sobre todo, muchas ilustradoras, sirven de altavoz para dar visibilidad a nuestras reivindicaciones feministas y esta vez hemos querido focalizarnos en nuestras vecinas; en los cómics e historietas de aquellas a las que también les baña el mar Mediterráneo, pero cuyos trabajos y publicaciones no llegamos prácticamente a conocer, al otro lado.
Una exponente de la actual ilustración árabe es la marroquí Zainab Fasiki, de 24 años, dibujante autodidacta que encontró en las redes sociales ese altavoz al que hacíamos referencia para mostrar las desigualdades de género existentes en su país, así como las dificultades de ser mujer, tal y como describía en su cómic Omor (Cosas).
Fasiki recibe numerosos insultos por ayudar a la liberación de la mujer en el Norte de África y Oriente Medio de sus presiones familiares y del control que sufren de sociedad y medios. Empezó a dibujar para mostrar su enfado y a publicar en redes porque se difunde sin la necesidad de tener contactos. Ella habla de educación sexual, de violencia, de discriminación; busca normalizar los tabúes que existen sobre el cuerpo, no porque haya censura política, sino porque la sociedad lo juzga de una manera injusta.
En la revista Skefkefpublicó Conspiración un cómic en el que relata cómo cuatro mujeres casadas, sin su consentimiento, con el mismo marido, deciden vengarse de él. Curiosamente Skefkef es una de las revistas que llega a más gente y en la que se habla de tabúes políticos y sexuales, pero también un medio en el que durante bastante tiempo Fasiki fue la única mujer dentro del grupo de trabajo. No obstante, el medio no deja de ser transgresor y permite que las nuevas generaciones hablen de temas que no se tratan con normalidad.
Es recurrente el tema autobiográfico entre las ilustradoras del mundo árabe; sus cómics les sirven para dar muestras de su cotidianeidad y así reivindicar los problemas socioeconómicos y culturales con los que se enfrentan día a día.
Este es el caso de Maya Zankoul, autora libanesa conocida por sus cómics satíricos publicados en su blog Amalgam, donde publica sus frustraciones o habla de cómo el éxito de una mujer se mide por su matrimonio y no por su trayectoria profesional. Pero también habla del Líbano, de Beirut, donde la vida diaria poco o nada tiene que ver con lo que nos llega a través de las noticias.
Amalgam es un proyecto autopublicado con licencia Creative Commons para que cualquiera pueda leerlo online. Está escrito en inglés con la intención de llegar también un público mayor.
También en web empezó publicando la egipcia Deena Mohamed su cómic Qahera donde una superheroína con hijab lucha contra la misoginia y el acoso sexual.
Deena Mohamed ve el cómic como una herramienta transformadora en la lucha y un altavoz con el que criticar la islamofobia y el llamado «feminismo blanco» por anteponer en su lucha la raza o la clase social.
Estas tres mujeres nos hablan de la verdadera discriminación, la de las mujeres frente a los hombres, pero también de la de los desequilibrios entre sociedades, y nos abren más los ojos a las que vivimos al otro lado del mar. La tecnología es su aliada y el cómic, de nuevo, la herramienta clave.