Bienvenidos a un podcast más de Symetrías. En el podcast de hoy vamos a hablar de Educación Física y los estereotipos de género.

Niñas y niños  nacen iguales , pero son socializados diferenciadamente en base a estereotipos de género. Se define estereotipo de género como una idea generalizada de alguien en función de su sexo biológico: hombre o mujer.

La Educación Física es una de las mejores asignaturas para plantear cambios en los roles preasignados a mujeres y hombres y sus actitudes, y no sólo en el ámbito deportivo. La desigualdad no es siempre explícita y reconocible, sino que en ocasiones es indirecta y sutil, de tal modo que podemos creer que no existe o que ha desaparecido.

Hemos asimilado normas sociales y culturales y, sin darnos cuenta de que estaban sesgadas, las hemos naturalizado. Pongamos un ejemplo: podemos asumir que el premio económico en un torneo de tenis sea superior en la categoría de hombres que en la de mujeres porque el rendimiento medio de ellos es mejor, pero ¿qué tal si el premio en una maratón es mayor para los competidores negros que para los blancos, porque su rendimiento medio es mejor? Por eso es conveniente que nos paremos a reflexionar sobre inercias que implican injusticias que todavía se mantienen de forma oculta en el deporte y, por extensión, en la materia de Educación Física que se imparte en la escuela.

En este sentido es interesante provocar en el alumnado un pensamiento crítico que le haga plantearse sus creencias y conductas, como ocurrió en la investigación que llevaron a cabo Monforte y Úbeda-Colomer (2019) con los alumnos de bachillerato de dos institutos de Valencia.

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Tras proyectar el vídeo ¿Qué significa hacer algo #comoniña?, realizaron un debate posterior moderado por docentes del área. Esta actividad sirvió para que los alumnos profundizaran en sus percepciones sobre género dentro del contexto educativo y cultural en el que se mueven. Los resultados de este estudio pusieron de manifiesto que los estereotipos de género siguen vigentes en los temas relacionados con la actividad física.

Sabemos que estos roles preasignados atribuyen a cada categoría sexual, en su definición más tradicional, características diferenciadas y, normalmente, excluyentes entre sí. Además, dogmatizan sobre lo adecuado en el plano social según esa categoría, sin más criterio que el establecido por una visión androcéntrica; «los hombres hacen más deporte que las mujeres» o «María, para ser una chica, no tiene demasiada flexibilidad».

Todos esos estereotipos los mantenemos porque asimilamos las desigualdades de género durante el proceso de socialización. Actuamos según lo que se espera de nosotros, tenemos preferencias diferenciadas en el deporte porque nos han dicho y asumimos, que «chutar un balón» es cosa de chicos. Y es que el género es un proceso social aprendido.

En las clases de Educación Física que mantienen una tradición deportiva clásica, todo suma para perpetuar estereotipos masculinos definidos por capacidades y habilidades culturalmente atribuidas al hombre: más fuerte, más rápido, más alto.

Sólo tenemos que ser observadores y fijarnos en el reparto de balones en una clase de Educación Física, quién se lleva los mejores, los más nuevos, los que mejor botan, y atender también a la asignación de espacios en zonas polideportivas, quiénes ocupan el centro y los mejores campos. Los profesores no deben perder de vista estos detalles. Del mismo modo, sin dejar este ámbito de los materiales necesarios para la clase de Educación Física, no podemos olvidar un elemento habitual con gran atractivo para los alumnos: la música. De poco sirve ser cuidadosos en cuestiones de género si la letra de la música que utilizamos en las clases es denigrante para las mujeres.

Evidentemente, las pinceladas sobre metodología que señalamos son eso, pinceladas, apuntes; son muchos los docentes comprometidos que saben cómo desterrar prejuicios que arrastran los alumnos por inercia; por ejemplo, los alumnos tienden a agruparse por género y aquí es dónde debe intervenir el profesor o la profesora; sin necesidad de imponer, es interesante proponer grupos diversos. Además, si son ellos los que eligen al compañero que debe ocupar algún puesto relevante en la actividad, es habitual que sean ocupados por niños: el capitán, el líder, el árbitro. Es importante decirles a las chicas, que pueden asumir esos puestos de autoridad de la misma manera que ellos y que lo van a hacer igual de bien.

De cualquier modo, llegar a impartir una Educación Física inclusiva, abierta, crítica y coeducativa es, en muchas ocasiones, difícil con ratios de 30 o 35 alumnos; sin desdobles, sin refuerzos, sin demasiadas horas a la semana. A esto debemos añadir la poca o nula formación sobre perspectiva de género en los grados de estudios superiores que forman a los futuros docentes de Educación Física.

Tenemos que ser conscientes de que en los alumnos tenemos potentes agentes de cambio y es muy conveniente promover en ellos una actitud que les haga reflexionar sobre creencias asumidas y prejuicios y los anime a una defensa de la igualdad y la inclusión.

Debe incluirse en la Educación Física el concepto de actividad física orientada al cuidado del cuerpo, como superación de las propias capacidades, como reto para hacerlo mejor cada vez, como proceso de bienestar, de cooperación con los compañeros, como medio para potenciar cualidades que no siempre tienen como meta final un puesto en el podio. Hoy en día las notas se convierten en equivalentes a las medallas, cuando los valores de la enseñanza deben ir mucho más allá de una competición.

Por lo tanto, sería bueno descartar las habilidades masculinas como conceptos neutros; es fundamental ser conscientes de a quién benefician y a quién perjudican. Es posible generar formas alternativas para implicar al alumnado en esta materia, sin que sea necesario fomentar la competitividad. Un enfoque que utilice la participación y el aprendizaje cooperativo y una pedagogía crítica para afrontar las relaciones de género en la Educación Física. Debemos crear entornos inclusivos, espacios igualitarios para hablar sobre género y ayuda a los alumnos a avanzar más allá de las nociones tradicionales de hombre y mujer en el deporte.  Y en la vida.