Mujer del mes de Symetrías: María Mitchell, astrónoma y feminista. Desde Symetrías este mes te queremos hablar sobre esta increíble científica, astronauta y activista social.

María Mitchell, astrónoma

Nació en 1818, isla de Nantucket. Capital de la industria ballenera. Prima lejana a través de cuatro generaciones de Benjamin Franklin. Su familia era cuáquera, una comunidad religiosa que defendía una educación igualitaria entre niños y niñas. La pasión de Mitchell por el cielo estrellado empezó en la infancia, cuando ella, como todas las niñas de la comunidad religiosa, bordaba globos terráqueos y esferas celestes.

Sus padres, William Mitchell y Lydia Coleman criaron a sus diez hijos en la igualdad. Todos, niños y niñas, tuvieron el mismo acceso a la educación. Maria estudió en su infancia en la escuela Elizabeth Gardener y posteriormente en la North Grammar School, donde su padre era profesor.

Cuando tenía once años continuó estudiando en la escuela que acababa de fundar William Mitchell en la que, además de asistir como alumna, ejerció de ayudante de su padre, astrónomo oficial del pueblo. Así comenzó a estudiar el cielo estrellado, y le ayudó en su trabajo de clasificación de cronómetros para la flota de caza de ballenas de Nantucket.

Maria continuó estudiando en la escuela de Cyrus Peirce, hasta que en 1835 abrió su propia escuela en la que aceptó a niños tanto blancos como negros, algo impensable en aquel tiempo. A los 17 años daba clases de ciencias y matemáticas en la escuela para niñas que ella misma creó. De 1836 a 1856 trabajó como bibliotecaria en el Atheneum de Nantucket durante el día (a menudo actuando como maestra informal) y se convirtió en un observador regular de los cielos por la noche.

Biblioteca de Nantucket
Biblioteca de Nantucket

Descubrimiento del cometa «Miss Mitchell’s Comet»

Todas las casas de Nantucket contaban con miradores donde las mujeres veían la vuelta de los barcos balleneros, los cuales hacían viajes muy largos alrededor del mundo. A los 12 años, María calculó la posición de su casa al observar un eclipse solar. Ayudaba a los marineros de la isla a calcular la mejor ruta para sus largos viajes.

A la edad de veintinueve años, el 1 de octubre de 1847, descubrió un cometa. Empleando un telescopio descubrió un cometa que se denomina «Miss Mitchell’s Comet» (Cometa 1847 VI, según la moderna designación es C/1847 T1) en otoño de 1847. Algunos años antes, el rey Federico VI de Dinamarca estableció un premio consistente en una medalla de oro para el que descubriera un «cometa telescópico» (los descubiertos hasta la época se hacían básicamente a ojo desnudo). El premio sería concedido a quien descubriera uno en primer lugar.

La noche del 1 de octubre de 1847, utilizando el telescopio de dos pulgadas de su padre, observaba en los alrededores de la estrella polar, cuando vio un objeto parecido a un cometa. Bajó a contárselo a su padre, quien escribió una carta al profesor Bond de Cambridge, anunciando el hallazgo de su hija.

Se produjo un hecho curioso en relación al descubrimiento, ya que el astrónomo Francesco de Vico redescubrió independientemente dos días más tarde el mismo cometa, e informó del hecho antes que Maria Mitchell. La carta con el anuncio tardó en salir porque la isla quedó aislada durante días por un temporal, y para entonces había habido otros reclamos en otras partes de Europa. Tras una polémica de varios meses, Federico VII acabó concediéndosela a Maria Mitchell, y ésta se convirtió en una celebridad nacional y la primera mujer en ingresar en las sociedades científicas norteamericanas.

Trabajó para la Oficina de elaboración del Almanaque Naval de EE.UU., calculando tablas de las posiciones astronómicas de Venus y viajó por Europa con Nathaniel Hawthorne y su familia, en el que conoció a Charles Babbage entre otros y llegó a visitar el vaticano, lo hizo durante la noche y lo abandonó a la salida del sol, ya que las mujeres tenían prohibido visitarlo.

Pronto pudo comprobar que, a pesar de su reputación y experiencia, su salario era menor que el de muchos de sus compañeros más jóvenes. Insistió hasta que obtuvo un aumento salarial.

En el año 1842 dejó de asistir a las reuniones de los cuáqueros y se adscribió al cristianismo unitario.

Feminismo y activismo social

En sus cartas cuenta que, a medida que fue avanzando en su carrera profesional, se hizo cada vez más feminista y participó en los movimientos sufragistas americanos formando parte de la Asociación Americana de Mujeres y llegando a ser su segunda presidenta en 1875. Probablemente su legado más destacable fueron sus estudiantes, sucesoras, y el modelo de enseñanza e investigación que se utilizó como modelo a seguir en otros observatorios. En 1907 tres de sus estudiantes, Antonia Maury, Mary Whitney y la Dra. Christine Ladd Franklin, la primera doctora de la Universidad John Hopkins, aparecieron en la lista de James M. Cattell de «Hombres Americanos de Ciencia».

Maria Mitchell viajó por toda Europa, donde conoció a muchas de las mentes más importantes del momento, como John Herschel, Mary Somerville o Charles Babbage. Viajó a Roma con Nathaniel Hawthorne, y fue la primera mujer no religiosa a la que se le permitió poner el pie en el Observatorio Vaticano, si bien tuvo que abandonarlo con la puesta del sol. Fue recibida con todos los honores en el imponente Observatorio de Púlkovo, en San Petersburgo, y se convirtió en una embajadora de la ciencia de su país. Durante un viaje a Roma, en 1858, Mitchell escribió a Angelo Sacchi, el astrónomo del Vaticano para pedirle permiso para usar el Observatorio. Gracias a él, ella se convirtió en la primera mujer no religiosa en pisar el local —a Mary Somerville, la mujer científica más famosa de Europa en ese momento, se le había negado la entrada—, aunque tuvo que dejarlo a la puesta del Sol.

En protesta contra la esclavitud dejó de vestir trajes de algodón.

Asistió a diversas reuniones de mujeres sufragistas como Elizabeth Cady Stanton y cofundó la Asociación Estadounidense para el Avance de las Mujeres.

En 1865 fue contratada como profesora de astronomía en el Vassar College, y fue la única mujer de entre los nueve profesores contratados. Allí pudo continuar con sus estudios en astronomía usando el tercer telescopio más potente de EEUU, de 12 pulgadas (30 cm), y especializándose en el estudio de la superficie de los planetas Júpiter y Saturno. Allí formó, durante un cuarto de siglo, a varias de las mujeres que irían ingresando en instituciones tan relevantes como el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Matthew Vassar la contrató como la primera profesora de la recién abierta universidad Vassar College. Christine Ladd-Franklin y Ellen Swallow (Richards), más tarde testificaron de la gran influencia que tuvo como maestra y como ejemplo.

Maria Mitchell en Vassar
María Mitchel en el observatorio de Vassar

Su estancia en Vassar

Durante su estancia en Vassar, su compromiso con los derechos de la mujer fue a más: luchó contra la disparidad de salarios, que establecía que las profesoras cobraran menos porque, como le decían, los hombres tenían que sostener a sus familias. Ese compromiso le llevó, en la década de 1870, a participar en la fundación de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Mujeres, y a defender la necesidad de que éstas tuvieran derecho al voto. Aunque rechazaba las posiciones más radicales, creía que difícilmente la situación cambiaría si a las mujeres les era negado participar en la actividad política.

Hubo de luchar contra prejuicios culturales, como la regla que impedía a las mujeres trabajar fuera de casa durante la noche o la de ser peor pagada que los profesores varones. Con el acuerdo de que sus estudiantes dormirían en el edificio principal, consiguió su objetivo de entrenarlas en el arte de la astronomía con el telescopio situado en el tejado del observatorio. Sus estudios se publicaron en el Silliman´s Journal. Ella construyó una cámara para hacer fotografías del sol y conservó las placas fotográficas en el observatorio. Estas placas y sus notas sobre ellas fueron encontradas en 1997 durante una reparación del edificio.

1869 Maria Mitchell viajó con cinco de sus estudiantes a Burlington (Iowa) para observar un eclipse total de sol. Los resultados de este estudio fueron publicados en el American Ephemerits and Nautical Almanac. Como consecuencia del respeto profesional alcanzado en la comunidad astronómica, en 1879 fueron invitadas a participar oficialmente como observadoras en el eclipse cerca del territorio indio en Denver, Colorado. Fueron las únicas mujeres, con la excepción de las esposas de dos colegas, que tuvieron el privilegio de observar y estudiar el fenómeno.

1873 a formar parte de la Asociación Americana para el Avance de las Mujeres, junto a sufragistas como Elizabeth Cady Stanton, siendo elegida presidenta de dicha asociación en 1875.

Desde el principio defendió la necesidad de que las mujeres tuvieran acceso a los estudios superiores, única forma de demostrar que podían estar a la par en las labores hasta entonces reservadas a los hombres.

No se espera que su cometa, no periódico, vuelva a visitarnos.

Legado

  • Tercera mujer en descubrir un cometa, empleando un telescopio (hasta entonces se hacía a simple vista), al que pusieron su nombre, «Miss Mitchell’s Comet» (un logro que ya habían conseguido Caroline Herschel y María Winckelmann).
  • Primera mujer profesora de astronomía en Estados Unidos.
  • 1848, primera mujer en ser admitida en la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias. También descubrió las nebulosas y lunas de Júpiter.
  • Pionera en la fotografía diaria de las manchas solares. Descubrió que estaban girando cavidades verticales en lugar de nubes, como se había creído anteriormente.
  • También estudió cometas, nebulosas , estrellas dobles, eclipses solares y los satélites de Saturno y Júpiter.

Después de su muerte, sus amigos y seguidores fundaron en 1902, en su ciudad natal Nantuckett, la Asociación Maria Mitchell para conservar la casa, el Observatorio y los libros e instrumentos que ella utilizó y convertirlos en un museo en su memoria. En 1945 se amplió el objetivo para incluir «investigación y divulgación de información en astronomía, historia natural y otras ramas de la ciencia y mantener la biblioteca abierta al público». En 1963 se dio un paso más «para impartir educación, seminarios, clases… operar y mantener un herbario, un acuario y un museo de ciencia natural… para ayudar y asistir a estudiantes y profesores». La asociación incluye como una de sus actividades prioritarias la divulgación de la ciencia y la promoción de estudiantes, especialmente mujeres. Desde 1997 la asociación oferta una beca anual Women in Science para reconocer a aquellas personas que promuevan el avance de las mujeres en ciencias naturales, física, ingeniería, informática y tecnología.

  • El cráter lunar Mitchell lleva este nombre en su memoria
  • El asteroide (1455) Mitchella también conmemora su nombre
  • En 2016 una novela protagonizada por María Mitchell: Las calculadoras de estrellas, de Miguel A. Delgado (Ediciones Destino, editorial Planeta)

«Hasta que la mujeres no se deshagan de la reverencia a la autoridad no se podrán desarrollar. Cuando hagan esto, cuando encuentren la verdad a través de sus propias investigaciones y las dudas les lleven al descubrimiento, entonces la verdad será suya y sus mentes volarán sin límites»

«En la ciencia, principalmente necesitamos imaginación. No todo es matemática, no todo es lógico, pero es más bien poesía y belleza »

«Además de aprender a ver, hay otro arte a ser aprendido – no ver lo que no existe»

«En mis años jóvenes, solía decir ‘¡cuánto necesitan las mujeres las ciencias exactas!’ Pero desde que he conocido a algunos científicos que no siempre atienden a las enseñanzas de la naturaleza, que se quieren a sí mismos más que a la ciencia, digo: ‘¡Cuánto necesita la ciencia a las mujeres!»

Fuentes