La cultura machista, está mucho más arraigada de lo que a primera vista parece, y es trasversal a toda la sociedad, por lo que erradicarla, media por visibilizar todos aquellos sectores, donde se produce. Los medios de comunicación juegan un papel importantísimo en la construcción de un mundo diferente.

El lenguaje no sólo es un espejo de nuestra realidad, sino también la genera, y a través de textos como los que hemos visto se ofrece el reflejo de una  sociedad en la que históricamente el significado de “ser hombre” o “ser mujer” está definido y construido socialmente a través de los roles y estereotipos de género, que han generado un conjunto de ideas simples y arraigadas en la conciencia colectiva, trasmitidas de generación en generación,  acerca de la supremacía de los hombres con respecto a las mujeres.

Nuestro lenguaje ofrece múltiples posibilidades para describir una realidad y para expresar nuestra relación con esa realidad. Y para llegar a una sociedad igualitaria es necesaria una modificación social de las normas sexistas en el uso del lenguaje que, si no va acompañada de un cambio de actitudes y valores de las personas que utilizan ese idioma, no implicará un cambio real.

El lenguaje sexista en los medios de comunicación

Los medios de comunicación son elementos transmisores de ideología. Es por esto que tanto en las radios, como en la prensa escrita o en los diferentes canales de televisión se continúan perpetuando situaciones de discriminación de las mujeres y/o se continúan lanzando mensaje y representaciones en las que los hombre y las mujeres quedan estereotipadas en función de su género.

Ejemplos de titulares desafortunados

A continuación os desvelamos algunos titulares encontrados en la prensa y que podrían haber sido redactados de otro modo.

«David Bisbal, protagonista de la semifinal de gimnasia rítmica»

En este caso, se ha considerado que es más importante mencionar el autor de la canción que sonaba durante el espectáculo, que mencionar a algunas de las deportistas que se esforzaron en conseguir una medalla.

«El mundo podría perderse la belleza y la sensualidad de Paola Pliego»

Para referirse a una profesional de la esgrima no hace falta hacer referencia a su físico. Al menos, eso seguro que no se ha hecho con los otros deportistas hombres que han practicado esgrima (o cualquier otro deporte) durante los últimos años.

«Rivas, el hombre que convirtió en oro las rabietas de Carolina»

Cuando una mujer deportista gana el oro en una competición merece el mérito en el titular, no su entrenador.

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«Carolina Martín, la niña que admira a Nadal, primera no asiática que gana el oro»

Carolina Marín ha protagonizado algunos de los titulares más machistas de los últimos Juegos Olímpicos. Esta vez, se referían a ella como «la niña» y «que admira a Nadal».

«Lydia Valentín, una Hércules con maquillaje»

En primer lugar, ¿no había otro comparativo más que con un hombre? Y, ¿lo más importante a destacar es su maquillaje? Lydia acababa de ganar la medalla de bronce en halterofilia, en los Juegos Olímpicos de Río. Con ese titular tan solo se infravalora su esfuerzo y trabajo.

«Mide 170 centímetros y pesa 98 kilos. Una portera de balonmano sin complejos en Río 2016»

Todavía más machista es este titular en el que se juzga el físico de una deportista de élite.

Titulares periodicos sexistas

«Hallada una mujer muerta por arma blanca en Tenerife»

Tendría que haber sido «Hallada una mujer asesinada por arma blanca en Tenerife». Por titulares como este comenzó la campaña feminista de «No no morimos, nos matan».

«Un hombre se tira desde una azotea tras apuñalar a su mujer»

Mucha más importancia dan al suicidio que al asesinato.

«La acosada que no pidió ayuda»

Este titular se está juzgando a la víctima en vez de al asesino.

La implicación de los medios de comunicación resulta imprescindible para la construcción de nuevas referencias y modelos que nos permitan avanzar en la equidad de género y la erradicación de la violencia de género. Los medios de comunicación junto a la familia, la escuela, la religión,  el grupo de iguales o “pares” y el lenguaje son agentes de socialización. A través de estos agentes, aprendemos e interiorizamos las normas, valores y formas de percibir la realidad de acuerdo con la sociedad en la que vivimos, lo cual nos permite desarrollar las capacidades necesarias para interrelacionarnos.

En el caso de nuestra sociedad, sociedad patriarcal, hablamos de socialización de género y supone asumir un modelo concreto de mujer y hombre, a partir de las normas, funciones, expectativas y espacios sociales que se les asigna “como propios”. Los medios de comunicación juegan un papel importante a la hora de visibilizar a las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, y no encasillarlas en los roles tradicionales de amas de casa, esposas y madres.

Mujeres y hombres comparten el mundo y ambos son protagonistas en este cambio. Nosotras y nosotros somos responsables de continuar manteniendo roles y estereotipos de género que se refuerzan entre sí y desde los que se construye la identificación de masculinidad y feminidad. Lejos de la pugna entre los géneros, resulta imprescindible aunar esfuerzos con el objetivo de impulsar un “cambio en el modelo de relación social” entre hombres y mujeres, para avanzar en la consolidación del derecho de ciudadanía, de autonomía y de empoderamiento de las mujeres.

Desde esta perspectiva es fundamental que las mujeres  dispongan de espacios públicos y privados donde, como protagonistas, se visibilice su presencia en la sociedad, y en los que sus voces sean escuchadas y atendidas. Las mujeres existen por sí mismas, y este hecho es suficientemente importante como para que el lenguaje las incorpore, porque el lenguaje pertenece a la humanidad y la humanidad somos todas y todas.

En definitiva, incorporar un uso no sexista del lenguaje nos ofrece la posibilidad de modificar los conceptos del mundo y de las relaciones que se establecen entre los hombres y mujeres, creando nuevas representaciones simbólicas de la realidad que trasmitan una imagen igualitaria, y que contribuyan a eliminar conceptos que generen exclusión.

La educación se convierte en nuestra mejor herramienta para prevenir y corregir todos los aspectos de los que hemos venido hablando, orientar a las nuevas generaciones hacia el respeto, la igualdad, la tolerancia y la no-violencia, promoviendo culturas igualitarias entre géneros y clases. Constituye un objetivo que debe ser prioritario para generar este cambio social.

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