Los libros de texto son recursos con mucho peso en la transmisión de conocimientos, referentes, valores y patrones de comportamiento. Por eso deberían estar libres de estereotipos de género, pero este objetivo tan ligado al derecho a una educación justa y equitativa no se cumple en gran parte del mundo. Según un informe elaborado por la UNESCO en 2020, en muchos países permanece una visión estereotipada de los roles de hombres y mujeres en los libros de texto de primaria y secundaria.

Los libros escolares, quizá más que ningún otro material didáctico, son elementos extremadamente potentes para construir identidades en niños y niñas. Dispersas entre sus páginas se presentan normas sociales y de género que conforman la visión del mundo. En algunos entornos, los libros de texto son los primeros –y a veces los únicos– libros que lee un niño, y tienen un impacto duradero en su formación. Por otro lado, y esto es importante, ello significa también que a través de los libros se pueden desafiar los prejuicios discriminatorios y construir un mundo mejor.

Las mujeres en los libros de texto

En más países de los que pudiéramos imaginar, las niñas y las mujeres tienen una presencia mínima en los libros de texto y, cuando están incluidas, lo hacen representadas en papeles secundarios, accesorios y subordinados. Quizá pensemos que esta diferencia es exclusiva de países con culturas muy alejadas de la nuestra; en Afganistán, las mujeres están prácticamente ausentes en los libros de primer grado publicados en la década de 1990. Desde 2001, se las menciona con más frecuencia, pero en general en situaciones pasivas y domésticas, como madres, cuidadoras, hijas y hermanas. A menudo se las representa como dependientes, y con la tarea docente como única carrera a la que pueden aspirar. En Irán, un estudio que analizó 95 libros de texto de educación primaria muestra un 37% de ilustraciones que representan mujeres. No hay ninguna mujer en el 60% de los libros de farsi y lenguas extranjeras, en el 63% de los libros de ciencias y en el 74% de los libros de ciencias sociales. En Pakistán, las mujeres representan un 24% de las personas que aparecen en los libros escolares de la provincia de Punjab y lo hacen representadas como pasivas e introvertidas y ocupadas en tareas de poco nivel y poco prestigio. Un libro de texto de Primaria en Malasia sugería que las niñas corren el riesgo de ser humilladas y repudiadas si no se aplican en ser modestas. En este caso concreto hay que señalar que el Ministerio de Educación reconoció que había fallos en el sistema de control de calidad y ordenó que se eliminara esa desafortunada indicación. En Turquía, los libros de Primaria presentan, sin cuestionarlos, roles sociales desiguales y una visión patriarcal de la familia. En los libros de texto de la República de Corea, los médicos y los científicos son hombres, mientras que las mujeres aparecen como bailarinas, amas de casa o enfermeras. Y eso en un país donde una mujer alcanzó la presidencia. En un conjunto de 12 volúmenes de libros de texto chinos de nivel elemental, las mujeres solo representan alrededor del 20% de los personajes históricos, «y se muestran aburridos y sin vida en comparación con los varones, más vibrantes» y heroicos.

El informe llega a conclusiones parecidas en otras partes del mundo que podemos considerar más cercanas a nuestra sociedad en cuanto a sus costumbres: en Estados Unidos, el análisis de una serie de libros de introducción a la economía muestra que el 18% de las personas mencionadas eran mujeres y aparecen cocinando, interesadas por la moda o en momentos de ocio. Los libros de historia de cuarto grado en Chile tienen un personaje femenino por cada cinco masculinos, y la contribución histórica de las mujeres está representada con una visión estereotipada ligada a labores domésticas. Los libros de ciencias de sexto grado mencionan dos personajes femeninos por cada 29 masculinos. La infrarrepresentación de las mujeres también es evidente en Italia. Ya en nuestro país, el panorama no es muy distinto. basándose en una investigación llevada a cabo por López Navajas y López García, el informe destaca el preocupante 10% de figuras femeninas que aparecen en los libros de texto de Primaria. En Secundaria, los personajes femeninos incrementan su presencia hasta un escaso 12,8% en una revisión de libros de texto de todas las asignaturas, en los cuatro cursos de la etapa obligatoria (López-Navajas, 2014). Este dato sobre la ausencia de nombres y aportaciones de mujeres merece un artículo aparte.

Las mujeres en los libros de texto

Viendo este panorama nos hacemos una idea del camino que queda por recorrer y eso en un país como el nuestro, en el que nos sentimos orgullosos, con razón, de los muchos avances que hemos hecho en pocas décadas en el ámbito social. Hace falta no obstante reforzar unos criterios educativos básicos para que los libros de texto sean mejores y la inclusión sea un objetivo principal. Son necesarias pautas para la elaboración de manuales con criterios claros en el uso de un lenguaje equitativo, en una representación real de la diversidad que tanto nos enriquece, y en la incorporación de los derechos humanos sin ningún tipo de discriminación. Si profesores y maestros nos negamos a utilizar libros que perpetúen los estereotipos de género, donde jamás aparece una persona con discapacidad, donde la diversidad étnica parece más un escenario de Village People que la realidad del aula, las editoriales captarán rápidamente el mensaje.

Son muchas las variables implicadas en la eliminación de estereotipos y es necesario seguir procesos participativos durante el diseño, la elaboración y la utilización del material escolar. Cada vez más países ponen en marcha una serie de estrategias proactivas para que sus materiales escolares tengan mayor perspectiva de género, pero falta mucho por hacer. Sería bueno que en la elaboración de este material didáctico trabajaran mujeres y hombres con formación y sensibilidad en esta dimensión de género. Es muy positivo contar en las editoriales con asesoras y asesores expertos en coeducación, para que evalúen estos manuales con criterios rigurosos, no sólo de lo que aparece, sino de lo que no aparece en ellos. Las políticas educativas no deben olvidar esta perspectiva igualitaria en las leyes y en sus desarrollos curriculares. Se han dado grandes pasos pero, no obstante, los estudios muestran que los estereotipos de género persisten de forma abrumadora incluso en los países desarrollados.

Para desterrar prejuicios es importante ser conscientes de lo que significa la imagen de una niña soñando con el día de su boda, mientras que un niño imagina convertirse en médico. Esto es un ejemplo real y se muestra en un libro turco de Primaria. Sin embargo, no son sólo las imágenes estereotipadas, ni el lenguaje con connotaciones androcéntricas o la gran cantidad de figuras de hombres y niños que aparecen en los libros; quizá sean más dolorosas las omisiones, la ausencia de ejemplos de mujeres valiosas, imprescindibles y capaces.

Las mujeres en los libros de texto

Ese referente, que también se olvida en el contenido de los libros de los más pequeños, mujeres con nombre propio que han ido trenzando sus aportaciones con las de los hombres, a lo largo de la historia y en un gran número de ámbitos. Todo esto va calando en las niñas y no contribuye a generar confianza en ellas mismas para afrontar desafíos y nuevos aprendizajes; no ayuda a crear en ellas un sentimiento de pertenencia al mundo académico, profesional o político.

En cualquier caso, es cierto que el derecho a la educación de todos los niños es un asunto prioritario, pero también es importante estar atentos a lo que ocurre dentro del aula y los libros de texto tienen mucho que aportar en ese espacio. Los maestros que, en bastantes casos, pueden no estar tan entrenados en la detección de estereotipos sobre niños y niñas, hombres y mujeres, pasan las páginas de estos manuales sin ser conscientes de los mensajes subliminales que percibe el alumnado. Es conveniente estar atentos a este material y una buena actividad podría ser proponer a los estudiantes la caza y captura del estereotipo en cada tema del libro; después pueden discutir entre ellos y es muy probable que lleguen a conclusiones equitativas. De cualquier forma, quizá sería conveniente ofrecer recursos a los maestros para incluir a las niñas en los mismos roles que se les adjudican a sus compañeros. Parece complicado insistir en una educación inclusiva, con el empeño igualitario por parte de profesores atentos a esta dimensión de género, cuando en los libros de texto no aparecen mujeres capaces, divertidas, activas, independientes, dirigentes, etc. Por eso hay que ir más arriba y contar con las editoriales para que sus análisis sean meticulosos. Tiene que existir una voluntad por su parte de revisar su material, y no sólo el superficial y evidente, sino el oculto, el de las sutilezas intencionadas.

Las editoriales aseguran que están cada vez más concienciadas y que llevan décadas interesadas en desterrar visiones sesgadas de género a través de los materiales curriculares que elaboran y la orientación que ofrecen a los centros. Sin embargo, las mismas editoriales se escudan en la libertad de elección y de enseñanza que tienen los centros. Además, recuerdan que las empresas del sector tienen posiciones ideológicas, que pueden ir en mayor o menor medida en un sentido o en otro. Sería conveniente que una cuestión de tanto calado no quedara en manos de una línea editorial ni dependiera de la sensibilidad de los centros educativos, que son quienes eligen los libros. Para evitarlo, las administraciones deberían velar porque las mujeres aparezcan en los currículos y materiales educativos. Aunque el Ministerio de Educación y Formación Profesional no tiene ninguna competencia en la elaboración de los libros de texto, recomienda a las editoriales seguir las pautas de no discriminación que marca nuestra legislación educativa, que recoge a su vez el fomento de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres.

Lo importante es que estas intenciones cristalicen en planes de acción específicos y en controles de la comunidad educativa. Un buen ejemplo es Andalucía, que acaba de elaborar una lista con recomendaciones para las editoriales con el objetivo de que en los próximos libros las mujeres ocupen el espacio que les corresponde y se cuente qué hacían mientras ellos iban a la guerra. De todas formas, las editoriales cumplen con contenidos, estructura o temporalización, y, para que se retirara un libro, tendría que aparecer algo realmente llamativo, pero quizá habrá que hacer como con esas aplicaciones que valoran los alimentos del supermercado y puntuar libros de texto más y menos «saludables».

Seamos optimistas: vamos dando pasos hacia una educación justa con los diferentes sectores de nuestra sociedad, con sinergias fundamentales de voluntades políticas igualitarias, de compromisos y revisiones profundas en las editoriales, de formación con perspectiva de género en futuros profesores, con el apoyo de las familias, etc. No podemos negar a nuestros alumnos y alumnas una visión equitativa de los roles de hombres y mujeres, al menos, debemos contextualizar la participación femenina en las etapas de la historia, del arte, de la ciencia… y darle la importancia que merece su aportación. No podemos perder el talento de nuestras niñas si estas perciben que su papel es el de cuidadoras, o peor, si no encuentran referentes que les muestren que su capacidad para ser lo que elijan es la misma que la de sus compañeros. No podemos reproducir en los libros de texto una dimensión desigual y discriminatoria, perpetuando creencias obsoletas si estamos construyendo el futuro. Tenemos que ser honestos con los más pequeños y mostrarles lo que es evidente, que no hay argumentos para adjudicar roles concretos a unos y a otras, a otros y a unas.

VIA: Marta Bueno y José R. Alonso https://jralonso.es

Referencias:

  • Junta de Andalucía (2018). Instrucciones de 14 de junio de 2018, de la Dirección General de Participación y Equidad y de la Dirección General de Ordenación Educativa, sobre los criterios para la selección de los libros de texto y para la elaboración de materiales curriculares sin prejuicios sexistas o discriminatorio. Disponible en https://www.juntadeandalucia.es/educacion/
  • López Navajas A, López García-Molins Á (2011). La presencia de las mujeres en la E.S.O. Universidad de Valencia. Disponible en http://meso.uv.es/informe/index.php.
  • López-Navajas A (2014). Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO: una genealogía de conocimiento ocultada. Revista de Educación, 363 282–308. DOI: 10.4438/1988-592X-RE-2012-363-188
  • UNESCO (2020). Informe de seguimiento de la educación en el mundo 2020. Informe sobre género. Una nueva generación: 25 años de esfuerzos en favor de la igualdad de género en la educación. Disponible en https://gem-report-2020.unesco.org/es/genero/.